El segundo título de la saga de los Amos de la Noche, nos trae una extraña alianza en donde la tripulación del Pacto Sangriento se unirá a las huestes de Huron Black-heart y sus Corsarios Rojos para realizar la toma de un mundo fortaleza del capítulo de los Marines Errantes, con el ánimo de reconstruir su maltrecha nave y tripulación.
Talos en su ánimo por reconstruir su derruida Legión, se verá dispuesto a entrar en los planes del Elegido al servicio de Uron, pero un plan ambicioso requiere riesgos y el Tirano de Badab no es un aliado fácil de utilizar para los bienes particulares, pues ni olvida los favores que realiza ni las afrentas de quienes le traicionan.
La novela en si, está entretenida aunque no me parece tan impactante como su predecesora, aunque resaltaría la narración de los marines traidores, concretamente de los capítulos renegados. Estos al contrario que las Legiones Traidoras, no están guiados por altos ideales fracasados por la traición del Emperador corrompidos paulatinamente por las Deidades que les juraron poder eterno, sino que conocen muy bien al Imperio al que sirven, pero están cansados de hacerlo y obedecer para no obtener más recompensa que el sacrificio y la devoción a un cadáver marchito, sin poder perseguir sus fines personales, sin codiciar otra cosa que una vida de obediencia en la que no son amos de sus frutos, por eso abjuran del Imperio que un día juraron proteger y buscan sus nuevas metas, sus propias metas bajo las recompensas de inmortalidad de Dioses pretéritos.
Por último seguimos con las relaciones de Septimus y Octavia en la maltrecha Legión, que nos aporta un aspecto más humano entre estos avatares de la guerra que son los marines, concretamente los veteranos Amos de la Noche.
El tiempo pondrá a Talos en ruta hacia su destino, ligado con la reconstrucción de su Legión y la caída del Imperio.
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